Passeig de mar

Propuesta para la reurbanización del paseo marítimo de Platja d'Aro

Platja d'AroPlatja d'AroPlatja d'AroPlatja d'Aro
Fecha
2024
Lugar
Platja d'Aro, Girona
País
España
Autoría
LANDLAB, laboratorio de paisajes (Miriam García, Jordi Miró), Quintana Arquitectes (Màrius Quintana)
Equipo
Anna Díez, Sara Heredia, Noemí Macià, Pere Marieges
Colaboradores
Jordi Ollé (Quintana Arquitectes)
Promotor
Ajuntament de Castell d'Aro, Platja d'Aro i S'Agaró
Alcance
Concurso de ideas

Passeig de Mar es el nombre que tomó de la mano de Rafael Masó (discípulo de Gaudí) en 1923 el Camino de Ronda que reseguía el litoral desde S’Agaró. Este es el único camino de ronda de carácter arquitectónico de la Costa Brava, declarado Bien Cultural de Interés Nacional por su historia, arquitectura y pasado cinematográfico. Actualmente, el Camino de Ronda que va desde la Playa de Sant Pol a la Cala Sa Conca, continúa por el denominado GR-92 conectando las principales playas de bandera azul, como son la Platja Gran de Platja d’Aro, la Cala Sa Conca de S’Agaró y la Platja de Sant Pol de Sant Feliu de Guíxols.

Tanto Masó como su sucesor, Francesc Folguera, concentraron en el paseo la esencia del paisaje mediterráneo gracias a una combinación cuidadosa de materiales, el equilibrio entre la escala humana y el horizonte, y el respecto a la vegetación existente. Un camino donde los colores terrosos del pavimento y las rocas, se funden con los pinos y tamarindos esculpidos por la tramontana, hasta el moratón del mar. Los materiales los ponía el paisaje del lugar, el camino con sauló que, convenientemente drenante, se ha conservado hasta nuestros días, y la piedra de Banyoles, de cierta tradición en la jardinería por su porosidad, junto con algunas plantaciones de retama, aloes, agaves, higueras de moro, pitas, etc.
Nuestra propuesta se articula con este recorrido manteniendo la esencia de los materiales utilizados y el equilibrio entre aquello arquitectónico y natural. La nueva sección del Paseo del Mar de Platja d’Aro recupera la espacialidad y el confort del pinar original liberando la vista hacia el mar, enmarcada entre algún tamarindo.

La propuesta comprende un conjunto de bandas paralelas a la línea de costa que de manera articulada explora y define espacios y secuencias donde el usuario interactúa con el paisaje a través del movimiento, las actividades y la percepción (bien estén en el espacio destinado las terrazas, bajo el pinar, en el Paseo o en la playa). Por eso, el proyecto utiliza la materialidad, la geometría y la fenomenología como tres herramientas básicas del diseño. Los materiales de base natural y baja huella de carbono, la proporción más humana y la geometría de sus elementos evocan el proyecto de Masó, a la vez que nos invitan a una experiencia más coreográfica y fenomenológica con el mar. Las tonalidades de materiales utilizadas: tostadas con matices anaranjados e incluso grises, funden el apoyo del Paseo con las calles de la ciudad y la arena de la playa, contrastando con los verdes del pinar.

La geometría es, pues, la herramienta utilizada para generar y articular el conjunto de espacios que relacionan la ciudad con el mar. De este modo, las calles perpendiculares se conectan a través de embocaduras que a modo de plazas-cruce aproximan el Paseo en la ciudad invitando el usuario a adentrarse en la playa a través de las pasarelas de madera. La medida de estas plazas se ajusta a la trama del tejido urbano, y son más amplias las localizadas a los extremos y en continuidad con la Avenida Costa Brava. Estas estrategias acercan el flujo de peatones desde la Avenida de S’Agaró hacia el mar. A los extremos de la intervención es nuevamente la geometría la que entrelaza un conjunto de espacios donde la materialidad del Paseo se funde con el entorno. En el acceso desde la Travesía Cavall Bernat, el Paseo se pliega generando un espacio polivalente, destinado a mirador, graderío o solárium, que permita disfrutar de espectáculos y actividades que se realicen en la playa y la puesta de sol. Se formaliza así el comienzo del Camino de Ronda desde Platja d’Aro a Sant Antoni de Calonge singularizando la importancia paisajística del Cavall Bernat. Al extremo vinculado a la desembocadura del Ridaura, el Paseo se pliega esta vez para dar en un parque equipado con pistas deportivas, calistenia y juego de petanca, bajo el pinar naturalizado que cuenta con grandes superficies de estancia. La pequeña edificación existente se recula sobre la línea del Paseo permitiendo que la pasarela de madera defina un recorrido continuo protegido por una duna entre pinos. De este modo, se crea una “puerta” naturalizada en la Pineda de Riuet, extendiendo el Paseo más allá del río.