Adecuación paisajística de los entornos del antiguo Hospital Universitario Central de Asturias, en el barrio del Cristo en Oviedo

Criterios para la reutilización innovadora de residuos de construcción y demolición en el diseño de espacios públicos resilientes en entornos urbanos del Principado de Asturias

Fecha
2022
Lugar
Oviedo (Asturias)
País
España
Autoría
LANDLAB, laboratorio de paisajes (Miriam García, Jordi Miró)
Equipo
Ibon Doval, Pere Marieges, Maria Sans
Promotor
Gobierno del Principado de Asturias

La evidencia científica disponible demuestra con un alto nivel de confianza que el clima de Asturias está experimentando un cambio acelerado, motivado por la alta concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera producto de la actividad humana, cuyos rasgos principales son un incremento generalizado de las temperaturas, con veranos más cálidos y secos y un aumento de la probabilidad de ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos. En los entornos urbanos, los impactos previsibles más significativos son el agravamiento del efecto “isla de calor”, el incremento de la contaminación atmosférica por inversión térmica y el descenso del confort térmico en los espacios públicos, que se traducen en riesgos directos para la salud y el bienestar de la población, así como disfunciones en el suministro de agua y en las infraestructuras de abastecimiento y saneamiento.


Resulta necesario, por tanto, diseñar medidas que mejoren la capacidad de adaptación de nuestras ciudades y villas a los riesgos del cambio climático. Las principales estrategias para avanzar hacia la mejora de la resiliencia de las áreas urbanas son: la gestión adaptada de los recursos hídricos, la renaturalización y el rediseño de los espacios públicos y la circularidad en los ciclos de los materiales otros recursos naturales.


El sector de la construcción utiliza —en el caso de los países industrializados— cerca del 40% de los recursos naturales, consume aproximadamente el 70% de la electricidad y el 12% de agua potable, a la vez que produce entre el 45 y el 60% del total de los residuos depositados en vertederos. Consecuentemente, el volumen de emisiones para la fabricación de los distintos materiales dado su alto consumo energético resulta también muy notable.


Al mismo tiempo, el fin del ciclo de vida de estos materiales, es decir, su transformación en residuos de construcción y demolición (RCD), es causante de múltiples impactos ambientales en su vertido al medio, tales como “la contaminación del agua, la deficiente calidad del aire urbano o la degradación de los sistemas naturales” (Cuchí y Sagrera, 2007, p. 59)3. Estos impactos, sin duda, ponen de manifiesto la insostenibilidad inherente a la continuidad del modelo extractivo y productivo actual, que compromete la capacidad de los ecosistemas terrestres en la generación de nuevos recursos naturales mediante la sobreexplotación de estos para los usos demandados por los ritmos socioeconómicos de nuestros tiempos. Así pues, considerando los altos consumos y costes en emisiones que supone la producción de los distintos materiales, junto con el impacto ambiental derivado de su posterior vertido —en forma de residuos— al medio natural, la prolongación del ciclo de vida de estos se erige como una necesidad imperante para la adaptación a los escenarios futuros del cambio climático en el sector de la construcción.


Esta prolongación del ciclo de vida de los materiales pasa, necesariamente por un cambio de paradigma: lo que ahora es considerado residuo, pasa a tener oportunidades y a ser considerado como recurso. Esta reconsideración tiene como objetivo el alcance de un ciclo cerrado de los distintos materiales que inciden en los procesos de construcción mediante la reutilización y el reciclaje. Así pues, el conjunto de etapas del ciclo de los materiales y recursos para la construcción debe adaptarse a este nuevo enfoque, partiendo de un diseño que permita la posterior deconstrucción, separación y reutilización de los materiales en un ámbito territorial lo más cercano posible garantizando, de este modo, la circularidad y la sostenibilidad de los procesos de construcción.


El presente estudio busca trascender el empleo tradicional de los materiales resultantes de la demolición y utilizarlos, nuevamente, en la mejora de infraestructuras viarias, el diseño de sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS), el reverdecimiento urbano y el incremento de la diversidad biológica, contribuyendo, así al cierre del ciclo constructivo. Al mismo tiempo, contribuirá a la reducción de los costes económicos y ambientales asociados al transporte —principalmente derivados del consumo de combustibles fósiles y su emisión de GEI—, a partir de la proximidad de los agentes participantes en el proceso de reutilización.


El documento incluye directrices, recomendaciones y criterios de diseño para la aplicación de la valorización de los RCD en actuaciones de creación o mejora —en términos de resiliencia frente al cambio climático— de espacios públicos.
En el caso completo de los entornos del HUCA, en el barrio de El Cristo de Oviedo, la propuesta de paisaje del mientras tanto (a la espera del Plan Especial) busca preservar los valores existentes y transformar los residuos generados por la demolición en una nueva topografía que acopie material y multiplique la accesibilidad y habitabilidad del ámbito.
Igual que se considera el edificio como un almacén de materiales, la adecuación paisajística de la urbanización permite generar un almacén temporal de residuos.


Este almacén puede contener al menos 3 tipos de residuos:

- Pétreos de hormigón triturado en nuevas colinas. Servirán en el futuro, cuando se ejecute la urbanización del plan especial para rellenos, terraplenes, trasdoses de muros de contención de edificios, entre otros. Se ubicarán preferentemente en la “huella” del Hospital General y sus colinas.
- Pétreos de cerámica y obra de fábrica en relleno de sótanos, construcción de taludes donde antes había muros de contención y nuevos relieves para ser reutilizado en el futuro también en la urbanización, drenajes, subbases de pavimentos, etc. Se ubican preferentemente en la ampliación de el Parque del Truébano,
- Pétreos de hormigón y obra de fábrica en forma de compost recysoil para la capa de tierra vegetal de los nuevos relieves y colinas.


No se realiza ninguna obra de urbanización específica del Plan especial, pero tampoco nada que lo pueda condicionar. Se trata de dejar el material “acopiado” en la parcela en forma de nuevas topografías verdes.

- Los suelos. Se recomienda el uso de sustratos que presenten propiedades similares a la turba negra, con un reparto granulométrico que favorece la aireación pero no la retención del agua, y con baja mojabilidad. La adicción de áridos finos mejora considerablemente la retención de agua y mojabilidad, logrando valores similares a los de un suelo de cultivo. Las plantaciones deberán ser definidas atendiendo a la pendiente del terreno, el uso y las necesidades de mantenimiento.

No obstante, se definen unas indicaciones generales, especialmente en cuanto a los taludes, favoreciendo la estabilidad de éstos, y en cuanto a los prados floridos, proponiendo una jardinería respetuosa con el medio natural, más ecológica y adaptada al entorno.
- El tratamiento de los caminos. Se realizarán pequeñas adecuaciones de los caminos existentes y otros nuevos. Para estos se recomienda el uso de áridos reciclados de hormigón, tabiquería, baldosa y teja.
- Se evitará la ubicación de excesivo mobiliario urbano, limitándose este a los elementos de iluminación, bancos y papeleras imprescindibles para conseguir las adecuadas condices de seguridad y usabilidad del ámbito.

En cualquier caso, se priorizará la reutilización de elementos existentes (dado el carácter temporal de la propuesta) y/o provenientes de procesos de revalorización.